En algo hay que creer

25 de noviembre de 2019by Clara Grau36023
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La astrología y las “energías”, ¿el boom de creencias que viene a reemplazar a las tradicionales?

 

Los astros, el tarot y la energía se popularizan y generan nuevas experiencias y formas de mirar el mundo. Las inscripciones a cursos y carreras de astrología, la explosión editorial y sitios de Internet dan cuenta de este fenómeno.

El Dios católico pierde fans. La semana pasada se dio a conocer una encuesta nacional del Conicet acerca de las creencias de los argentinos, donde la fe católica perdió adeptos, y otras subieron en popularidad, es el caso de la “la energía” -mencionada por el 75,9% de las personas- y de la astrología –que subió 7 puntos-.

Órbitas planetarias que vibran plenas de significados. Pálpitos y señales ATR (a todo ritmo) con la sincronicidad, la premonición y la suerte. Corrientes invisibles al ojo humano que viajan a través de manos y objetos –la energía endiosada, para asombro de Einstein, que sí creía en una fuerza aglutinante y consciente, llámese Dios- configuran sus propios altares en los corazones argentinos. ¿Caducaron las divisiones entre el bien y el mal, ese binarismo, como el del género, que resulta opresivo con sus imágenes infernales, castigos y culpas, frente a movimientos y prácticas sociales más a tono con los tiempos (como el “empoderamiento feminista”, la liberación sexual y la responsabilidad humana sobre los recursos naturales)? El dedo clerical pierde brillo frente a la varita mágica que hace que cada uno dirija el deseo y la responsabilidad sobre sí mismo (con todo lo que eso implica). Y si Dios (y su archi enemigo rojo) son una máquina de humo, como dice la canción, ¿qué queda en su lugar?

 

Así está la luna

En la franja no religiosa, nuevos sistemas de creencias, cosmogonías populares y prácticas de fe alternativas, ganan suscriptores y lectores en redes sociales: apps para seguir signos y fases de la luna son infaltables en los smartphones, la “música de reiki” para meditar es uno de los trends (tendencias) de Google, y la palabra horóscopo subió exponencialmente sus búsquedas en los últimos diez años. ¿Quién no tiene un amigo que le tira una cartita, mide con su péndulo las malas vibras de la casa o se aparece con un cuarzo citrino cuando necesitamos un empuje extra?

Sitios y páginas de Facebook e Instagram multiplican sus seguidores. Mía Astral, la coach, cabalista y astróloga que reside en Miami, les habla fundamentalmente al público femenino y tiene un marco didáctico para comprender las alineaciones planetarias nuestras de cada día. TransFemiAstros luce signos con humor y mirada más rebel, de (trans)género. Horóscopo Negro es una de las cuentas que ilustran el boom: con 18 millones de seguidores, va por la segunda edición en formato libro de la Guía del amor del zodíaco. Astromostra, reina del podcast y el enfoque dinámico y deconstruido, festeja que Random House acaba de publicar la Guía astrológica para sobrevivir en la tierra, que ya circula ávidamente entre adolescentes. AlmaDelUniverso, el sitio de la rosarina Jésica Fernández, presentará un fanzine sobre Astrología y Santxs populares en la próxima Noche de Las Librerías porteña. Y hasta el púbico de “mamis” tiene su sitio en Instagram: Lunademadres linkea puericultura, parto y embarazo con ascendentes y lunas. Revolución virtual que le da un toque cool, artístico, y de meme viral a la ciencia milenaria. Revolución de saberes que mezcla, como una licuadora, a los astros con yoga, teatro, danza, gongs, cine, arte plástico y otras disciplinas.

Pero si los pibes y pibas exploran y ponen a prueba los efectos de Mercurio retrógrado sin mambos cientificistas, los adultos y quienes quieren profundizar y separar niveles de información acuden a las escuelas más formales, que proponen un estudio de cuatro o cinco años.

 

Alejandra Eusebi y Eugenio Carutti. Conferencia de Eugenio Carutti director de Casa XI, en el Centro Astrológico de Buenos Aires.

 

Las estrellas bajo la lupa: explosión de las matrículas

La Fundación Centro Astrológico de Buenos Aires se fundó en 1961 y fue la quinta escuela de su tipo en el mundo, luego de las de Estados Unidos e Inglaterra. Si en aquel momento solo un puñado de excéntricos se atrevían a decir que exploraban pseudociencias del cielo, en los últimos cuatro años se observa una verdadera explosión de matrículas: de 40 pasaron a ser 500 alumnos.

El contrapunto porteño, Casa XI (fundada en 1987 por Eugenio Carutti y equipo), se impuso ganando terreno entre psicólogos y miembros de asociaciones psicoanalíticas. Según Silvia Neira, una de las docentes más antiguas del staff, bioenergetista y terapeuta transpersonal, “las aulas se llenaron de jóvenes y hay más cantidad de varones que antes”.

Dice Neira: “La astrología se popularizó y es menos elitista. Creo que el interés se debe a que este lenguaje sagrado nos ayuda muchísimo a comprender quiénes somos, participantes activos de esa búsqueda de respuestas. Desde las religiones, en cambio, pareciera que no hay mucho cuestionamiento posible, hay una única verdad a la que uno adhiere o niega. Desde esta mirada uno es protagonista del viaje de su vida y del desarrollo de aquello que es.”

La propuesta de esta escuela fue uno de los factores que colaboraron en esta explosión, ya que no habla de un tipo de astrología predictiva, sino del desarrollo de un “código energético personal” (carta natal), “como un ADN donde hay una cantidad de información que vamos desplegando a lo largo de la vida.”

 

Silvia Neira, docente de Casa XI, bioenergetista y terapeuta transpersonal, quien desde 2008 dirige un centro de postgrados y cursos de astrología en zona Norte.

 

Para Alejandra Eusebi, presidenta de CABA, hija y nieta de astrólogos, la gente se acerca buscando “otro tipo de conocimiento y crecimiento personal”, y “hay un altísimo porcentaje de profesionales que buscan una mirada seria y metódica sobre esta disciplina”. Para ella hay tres factores que se han combinado para esta “masificación de la astrología”: las redes sociales, las nuevas generaciones -con más libertad y menos prejuicios- y, sobre todo, un cambio de paradigma e interdisciplinariedad en todas las ciencias y saberes.

La astrología da un sentido, un significado, un hilo conductor a eso que vamos viviendo, que nos llega desde afuera y con lo que vamos produciendo experiencia. Puede dar un timing, un ‘cuándo está activo un tipo de energía’ y se va a expresar adentro y afuera, junto con un significado amplio y transformador.”

 

Alejandra Eusebi en el SINARJ Sindicato de Astrólogos de Rio de Janeiro, que invita a su Simposio a varios extranjeros que aportan lo mejor de la Astrología de cada país.

 

Cosmovisiones milenarias en pugna

La visión científica mecanicista -relativamente nueva para la civilización- lucha contra aquella antropología platónica y presocrática -mucho más antigua- y con cosmovisiones milenarias -de tinte organicista-, para muchas de las cuales el universo vibra, respira, tiene un sentido y el cualitativamente diferenciable. La naturaleza como máquina (utilitaria, objeto de estudio cuantificable, servicial al hombre y su supervivencia) que aparece con la filosofía y la ciencia post Descartes y que ha dado lugar a las lecturas deterministas de la física, está siendo puesta en cuestión. Los post humanismos contemporáneos, como nuevas metafísicas, le dan otro lugar a los animales (y sus derechos) y a la materia viviente, un lugar de continuum y no ya una separación entre lo humano y lo no-humano. Esta vida que nos rodea interpela mediante símbolos y señales a la criatura humana, especial porque, a diferencia de la abeja o el ciprés, se puede pensar a sí misma. Antropoides que, en su versión millennial, miran distinto la flor y el planeta.

“Cuando entendemos nuestra relación con la frecuencia, la vibración, los distintos niveles activos en cada instante, aplicamos el campo de consciencia, y ahí accedemos a una realidad mucho más plena. Acá no hay un dios que decide nuestro destino; hay una energía activa que nos influye, pero que podemos dirigir y fluir con ella y hacer algo, a diferencia de las religiones convencionales, en donde un dios está arriba y nos dirige. Uno puede tomar la astrología y ser religioso, como un científico puede ser musulmán o budista. Lo que pasa es que la astrología da un sentido más amplio porque incluye más campo de conciencia de libertad”, concluye Eusebi.

El bien y el mal cambian de forma, Dios y el Diablo se reconfiguran a los valores y a las morales más laxas de la modernidad y que traen las nuevas generaciones. El imaginario católico, como el judío, como otras creencias, no mueren del todo, aunque las instituciones formales pierdan suscriptores y likes. Creencias viejas se reinventan en las letras hebreas de la nueva cabalá, en planetas y signos (“la virgen María” es el arquetipo de Virgo), acrecentando los imaginarios hacia nuevos movimientos de libertad, de interacción, de empatía. Porque, como diría el antropólogo Eugenio Carutti: “Los símbolos están en todo, y a más complejidad del símbolo que usamos, más ampliación de lo que somos como humanidad”.

 

La astrología, una herramienta complementaria

Victoria Castrilli (31), alias Vico, cursa tercer año de psicología en la Universidad Maimónides, pero su aspiración a la licenciatura “psi”, validada por la academia y la matrícula, corre a la par de su exploración en astrología, tarot, grafología y terapia floral. “¿Por qué –se pregunta- las futuras psicólogas dejaríamos de lado todo este mundo que tiene tanta riqueza simbólica?”

Si Carl Jung (el imprescindible en esta línea que une astrología y psicoanálisis) hubiera vivido más tiempo, quién sabe si hubiera salido (aún más) del clóset del esoterismo, los planetas y la alquimia, como otros grandes científicos como Isaac Newton, cuya biblioteca secreta hablaba de algo más que fórmulas matemáticas: estaba rodeado de libros de misterios y magias.

Vico realizó un taller de limpieza y protección energética en el centro de actividades Blog Astrológico, donde se recopilan una serie de herramientas del saber popular (religiosas y paganas) para detectar vibras “densas” y “cuidar el cuerpo astral” con oraciones angélicas, vasos con sal y símbolos herméticos. “Me crié en La Pampa y mi mamá, católica practicante, me llevaba a curanderas para el empacho, el ojeo, las verrugas de los dedos; había símbolos de protección y hierbas por toda la casa. Fui al curso para aprender y conectar con algo de mis antepasados. Ahí también estudié tarot y astrología, ahora realizo lecturas de cartas natales y revoluciones solares. Busco que les consultantes sepan que eso que leemos en forma arquetípica cobra sentido, y sería bueno resignificarlo en su terapia psicológica (si es que la hacen).”

«Creo en la energía porque entiendo que no somos seres aislados, sino que somos ‘entre’. Uno se constituye y destituye indefectiblemente ‘a través de’, y en ese ‘entre’ circula la energía.» Uno de los puntos de coincidencia para definir de la fe energética, que aparece en casi todos los discursos es: «Estamos conectados; ¿vos no lo sentís?»

 

Victoria Castrilli (31), alias Vico, cursa tercer año de psicología en la Universidad Maimónides a la vez que incursiona en astrología, tarot, grafología y terapia floral.

 

Las estrellas, una bomba de tiempo

A punto de recibir su diploma de astrólogo a los 58 años, a Alejandro Oliva se lo escucha excitado y feliz. Con fiesta y baile con sus compañeros del grupo de WhatsApp “Júpiter en Sagitario”, celebrará la cursada de cuatro años. Conocido por ser el director musical de la banda La bomba de tiempo y percusionista de Pedro Aznar, es un apasionado de las estrellas. “Siempre fui muy curioso en relación a qué es el hombre y a su relación con el cosmos, el misterio de la existencia. A los 21 años estudié filosofía, luego me acerqué a Freud. Finalmente, hace muchos años me hice una carta natal y me llamó la atención cómo en tan poco tiempo había tanta información sobre mí. Haciendo un grupo de estudio del I Ching con un maestro taoísta conocí a una astróloga egresada de Casa XI y ella me incentivó a estudiar. En los libros de Carutti conocí un pensamiento muy distinto a todo lo que venía estudiando, me sedujo. Fui descubriendo este lenguaje sagrado, de una gran profundidad, y alto conocimiento”.

“Esta nueva forma de sentir el mundo me ayudó a comprender que todos somos distintos, a sentir más empatía y amor, a entender mejor a mis hijos (cada uno en su forma específica), a mis relaciones. Comprendí que nuestro código energético se despliega en vínculo, en red, que no existimos solos y que lo que nos viene de afuera tiene que ver con nosotros, somos responsables de eso.” Ale tiene ganas de abrir una nueva etapa de hacer cartas natales y seguir investigando, en paralelo a su carrera musical. Y, en algún momento, hacer algo combinado entre ambas pasiones.

 

 

Alejandro Oliva

 

Brujas y feminismo

Melanie tiene 22 años, es estudiante de cine y trabaja como barista en Starbucks. Luego de leer el libro de Dalia Walker, Bruja Moderna (Monoblock, 2018), se replanteó sus creencias, revisó crianza de colegio católico y, con un poco de coraje, arrancó cursos en Fe, la tienda esotérica que Dalia fundó en el interior de la galería de arte Patio del Liceo hace ocho años y que reúne un público joven, abierto a experimentar con diseños alternativos, pelos de colores, varitas mágicas, y amor libre LGTB y queer.

 

Dalia F. Walker, autora de Bruja Moderna y fundadora de Tienda FE.

 

“Hace años creo que todos pensábamos que el tarot era para adivinar tu futuro, que te iban a decir que ibas a conocer el amor de tu vida y a los 25 años ibas a estar casada con dos hijos. Muchas personas recuerdan haber ido con brujas que utilizan el tarot desde ese lado. Mi experiencia fue entrar al curso de tarot sin saber nada. Lo primero que nos dijeron fue que nuestras vidas iban a cambiar, y que al final la cursada no íbamos a estar en el mismo lugar. Lo segundo era que no íbamos a adivinar nuestro futuro, sino que siempre hablábamos de la energía disponible del momento, siendo consciente de que mi energía hoy podía decirme qué debía esperar (y que podía cambiar en una semana).”

Brujas y feminismo van de la mano en esta nueva ola de magas jóvenes que en Netflix asisten a la reversión de la clásica Sabrina, la bruja adolescente (que va por la tercera temporada), con un punchi más moderno y antipatriarcal. “Ser bruja te empodera, te da herramientas que no pensaste tener, te vuelve más receptiva, y desde el tarot das servicio al otro desde el amor. Las tiradas son literalmente ‘poner las cartas sobre la mesa’, las verdades quedan expuestas y no queda otra que hacerse cargo. Ni mis compañeras ni yo somos las mismas que cuando empezamos.”

Algunas de las compañeras de su grupo de tarot –cuenta Melanie- se animaron a probar con velas con forma de genitales para destrabar, Flores de Bach, y dildos (las “nuevas varitas mágicas del placer”). “En los arcanos menores del tarot el palo de bastos nos habla de energía sexual, como deseo, talentos y pasiones. Fue liberador tener un espacio para hablar de sexo como la situación común que realmente es”.

 

Melanie, 22 años, estudiante de cine y tarot.

 

Fuente: https://www.clarin.com/entremujeres/astrologia/astrologia-energias-boom-creencias-viene-reemplazar-tradicionales-_0_pidfuXaY.html

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